Este es su cuarto libro sobre violencia Familiar y en él incorporan nuevos temas y enfoques que amplían el contenido de su libro anterior.
Los relatos y sus informaciones complementarias facilitan el análisis desde las distintas perspectivas y se proponen para que sirvan como material de consulta y advertencia, ya que responden a experiencias reales que fueron relatadas por sus protagonistas.
Universitaria
Licenciada en Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica “Santa María de Buenos Aires” (1973).
Posgrado
Carrera Interdisciplinaria de Especialización en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Título: Especialista en Violencia Familiar.
Curso Intensivo
“TERAPIA FAMILIAR SISTEMICA”, del Departamento de Psiquiatría del BERKSHIRE MEDICAL CENTER (Pittsfield, Massachussets) (1993).
Experiencia Laboral
Profesora Adjunta Investigadora de la sección Sociología del centro de investigación de la Facultad de ciencias sociales y económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina.
Asesora en la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación.
Coordinadora del Área Cuyo del Programa Federal de Solidaridad, del Ministerio de Salud y Acción Social, Escalafón Profesional.
Ser víctima de violencia no es de ningún modo patrimonio exclusivo de las mujeres. Un hijo varón nacido en un hogar violento está, desde el mismo momento de conocerse su sexo, signado por la exigencia de lo que se impone a un hombre que sea.
Esta historia real de una mujer maltratada está principalmente destinada al personal de salud, pues son precisamente ellos a quienes recurren las mujeres, los niños y los ancianos cuando son castigados en sus cuerpos, en sus vidas.
La mujer maltratada constituye con su madre un vínculo primario, casi indisoluble en su vida. Aunque pasen muchos años, vivan distintas experiencias, sobrevivan a las adversidades, al recordar a sus madres aflora con intensidad el vínculo que las relaciona.
Dónde empieza la violencia. Cómo establecer un principio para un tema cuya gestación se pierde en el tiempo de las costumbres y los ejemplos familiares. Cómo se llega a ella. Cómo se instala. Cómo se evita. Cómo se frena.
La historia de la violencia familiar no es necesariamente la del desamor. Pero, sin duda, tampoco es parte del buen amor. Qué es lo que hay que aprender a no confundir para frenar el ciclo reiterativo, crónico, de la violencia familiar.
Este primer relato muestra las circunstancias habituales, los comportamientos y diálogos más frecuentes en las parejas con violencia, sin hacer referencia a un testimonio concreto.
El Ciclo de la Violencia se compone de humillación, estallido, arrepentimiento, perdón, reconciliación, justificación, seducción, recrudecimiento de la violencia, y así sucesivamente, hasta terminar a veces en la pérdida de todo sin que eso signifique concluir la historia.
El capítulo incluye la explicación de qué es la violencia, y termina con el crudo testimonio de una mujer.
"Una historia como tantas" fue mi primer intento en esta idea de graficar los casos con ilustraciones.
Quienes opinaron sobre este primer trabajo fueron, con sus comentarios y sus estímulos, el mejor incentivo para continuar relatando otras historias.
La experiencia nos enseña que es más importante superar los obstáculos que haberlos padecido: y éste es precisamente el mensaje que deseo transmitir con respecto a la violencia familiar.
Descubrir que desde la creatividad también se puede ayudar fue una revelación muy importante para mí. Sobre todo porque, como ya dije, el lenguaje del cómic o historieta tiene tanto que ver con los jóvenes, una de mis principales preocupaciones, porque son los jóvenes los que están a tiempo de reaccionar antes de que la violencia lastime sus vidas.
Los jóvenes están en mejores condiciones de rectificar el rumbo, apenas asoman al dolor y pueden decir “no quiero esto para mí”. Se inician en la vida sentimental y tienen la auspiciosa posibilidad de darse cuenta.
Cuando escribí el guión, inspirada en la lectura del libro Encuentre su meta en la vida1, acabábamos de conocernos con Alejandro Fried: un dibujante muy joven y, sin embargo, un experimentado plasmador no sólo de situaciones sino también de sentimientos.
De inmediato nos abocamos a conjugar letra e imagen. Alejandro se asombraba de lo cruel del tema, y yo del aspecto tan sexy que daba a las chicas en sus dibujos. Pese a este primer impacto, él aprendió a captar rápidamente los mensajes que quiero transmitir y yo me adapté a su atractivo estilo.
"Muerta por él" pretende mostrar riesgos como la entrega desmedida a consecuencia del flechazo; la incomprensión de los padres, que precipita las cosas; el temor a no complacer al otro; la dependencia; la imposibilidad de reconocer la violencia.
El capítulo ilustra acerca del papel de sumisión que las familias rígidas inculcan a las hijas mujeres, y explica a la institución del noviazgo como un necesario período de conocimiento. Contiene también el testimonio sobre un noviazgo, las palabras de una joven, una nota surgida de un artículo de la periodista española Rosa Montero sobre la postergación de la mujer, y las frases y los mitos de las relaciones. La historieta se está utilizando como material de trabajo: los jóvenes la analizan y la discuten en talleres.
Recientemente, en una tensa mañana, cuando acompañaba a una joven que esperaba a su mamá mientras ésta declaraba en un juzgado, comenzamos, de manera insoslayable, a hablar sobre la violencia, justamente entre los novios. Yo tenía en mi pequeña caja de Pandora una copia de la historieta. Se la di y la leyó. Y me dijo: "Cristina, a mí esto ya me pasó, porque yo ya tuve un novio violento. Un día no me dejaba salir de su auto, y un patovica me salvó... -Y agregó, como autoafirmándose-: Pero a mí no me va a pasar lo mismo que a mi mamá".
Imploré con todas mis fuerzas para que ese anhelo se cristalizara. Y si esta historia ayuda a alguien más a reflexionar para que así sea, el propósito está plenamente cumplido.
Ésta es, quizá, la primera persona en quien se piensa cuando se habla de violencia familiar.
La mujer golpeada, la mujer abusada, la mujer maltratada, la mujer sumisa, la mujer engañada, la mujer postergada.
Una posición tan vieja como la historia del mundo. Cuestionada en estos tiempos por nuestra pretendida y merecida libertad, que vino nada menos que a cambiar el "orden" de las cosas.
Para convertirnos en las grandes responsables de cuanto provocamos y cuanto nos pasa.
De ver—en la Asociación de Prevención de la Violencia Familiar—tantas y tantas mujeres maltratadas fue que nació en mí esta vocación que hoy le da un especial sentido a mi vida.
Con ellas aprendí, entre otras muchísimas cuestiones, que un anhelo postergado es encontrar paz. No éxitos personales, no bienes materiales, sino paz, para ella y para sus hijos. Todo lo demás puede venir —y así será— después. Por eso, esta historia se llama "En busca de paz". Y muestra uno de los caminos más frecuentes que transita una mujer que pide ayuda.
Conté con una colaboradora entusiasta, Claudia Del Torto, a quien quiero agradecer especialmente. Por su generosidad, su compromiso y también por su inquebrantable voluntad de sobrevivir a su drama y forjar un destino sin violencia para sus hijos.
Con Claudia trabajamos largas tardes, café mediante, hilvanando escenas que pudieran reflejar las muchas y diversas dificultades con que tropieza una mujer cuando está decidida a liberarse de la violencia de su marido, aunque primero la invadan la desorientación y el miedo al ofensor.
Cada escena es un hito en su vida, y a medida que fuimos avanzando en el relato, se nos hizo más y más necesario recurrir a los oficios legales de la doctora María Eva Ríos, que con su habitual cordialidad nos asesoró en cuanto a los recursos legales en el fuero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (las leyes y regulaciones que protegen a la mujer varían según la jurisdicción que corresponde por el domicilio).
El brillo de esta historia está en que, cuando una mujer está decidida a salir, un poderoso resplandor alumbra su rumbo. Descubre que no está sola, se convierte en un eslabón en la resistente cadena de solidaridad que resuelve integrar, y empieza a ejercer sus derechos.
Figuran también en este capítulo estadísticas de Argentina y de otros países y recomendaciones para la emergencia.
A propósito de valerosas mujeres, me acuerdo de Elisa. Una abuela que llegó a la Asociación de la mano de su hija menor. El llanto ahogaba su voz cada vez que quería hablar de su dolor.
Hasta que, con el tiempo, se fue tranquilizando y logró tener un hogar "en paz" como tanto quería. Me acuerdo de ella con emoción, porque sé que desde el más allá, donde ahora reside, me da fuerzas para continuar en la tarea.
El hijo varón de una familia violenta no necesariamente hereda la violencia. Pero qué pasa cuando ésta sí prende en su vida. ¿No tiene salida?
Existe un perfil del hombre violento, que detallamos en estas páginas. También están las tablas, y las bases a partir de las cuales se construye la relación de pareja. Y un artículo sobre violencia masculina, un testimonio y cartas abiertas.
La elaboración de la historia ilustrada sobre este tema parte de los conocimientos teóricos que más tarde fueron corroborados en la observación práctica de los grupos psicoeducativos.
Mientras profundizaba la investigación comencé a ver la similitud de comportamientos en estos hombres que, como señala Donald Dutton, "parecen cortados por la misma tijera”.
"Hoy sentí que quería cambiar" parte del conflicto severo de un joven con el padre, que echa a aquel de casa y le vaticina un destino de fracaso personal. El muchacho ha incorporado el modelo de resolución de conflictos de manera violenta, y es lo que va a practicar en su núcleo familiar íntimo. Cabe enfatizar acá la escena del noviazgo, cuando unilateralmente resuelve que vivan juntos; y la siguiente, donde ella está embarazada y se hace evidente el proceso de humillación hasta entonces no manifiesto.
A partir de allí, cada cuadro puntualiza las características propias del perfil psicológico del violento: la doble fachada en la entrega de premios, el estallido en que rompe todo menos el televisor, lo que hace evidente que su reacción no es irracional sino que pretende engañar a los demás sin perjudicarse él.
Hasta que la mujer logra reaccionar, reconstruirse y apartarlo de su vida y de la de sus hijos. Y es él entonces quien busca ayuda.
En Toronto, Canadá, y gracias a la amable invitación de Luis Arabena y Clara Castillo, tuve ocasión de ver a un grupo masculino de ayuda mutua trabajando la pregunta "¿Qué es hacer feliz a una mujer?". Los hombres que lo integraban eran todos derivados por un juez a raíz de los golpes propinados a sus mujeres. Sin embargo estaban allí, dedicando toda una mañana a hablar de aquello que, suponían, las haría felices, entre risitas nerviosas por las continuas referencias al sexo y poniendo en evidencia sus inseguridades acerca de diversos aspectos de la relación de pareja.
El hombre violento es recuperable. Reconocerse como tal es el primer paso.
Por eso expreso mi esperanza de que esta historia permita una mayor identificación de sus rasgos. Y quiero apostar a la posibilidad de un cambio de vida, a partir de la conexión con esos sentimientos de minusvalía, de descalificación en su niñez que tanto daño les hizo ocultar, y que los llevaron a arrastrar a personas a las que tal vez no hubieran querido lastimar.
Duele, impacta, subleva... porque esta historia relata el abuso sexual a una niña.
La conciencia social de los adultos se estremece cuando los involucrados son los niños, y despierta, incluso en profesionales bien entrenados, sentimientos ambivalentes de dolor y angustia, como de negación y/o rechazo, dado que el tema toca los resortes más profundos del ser humano que se relacionan con secretos y silencios propios bien guardados...
Los hospitales neuropsiquiátricos y las cárceles están pobladas de adultos, que en un mínimo porcentaje presentan trastornos congénitos y/o psicopatologías severas mientras que, en su gran mayoría, fueron seres maltratados en su niñez, y se originó allí su inconducta social actual.
Por ello, cuando se abusa a un niño, se infringe un daño difícil de revertir más tarde, en su vida adulta. Por estos motivos, entre otros, quisimos hacer un guión que tratara de manera específica este tema. La presente puesta en imágenes de esta historia real es apenas un pantallazo en la vida de una niña abusada por su padre biológico, que de adulta logró vencer las represiones más fuertes y rememorar el calvario que fue su infancia. Se expone con la esperanza de que sirva para que otros niños puedan y se animen a hablar y a juntar fuerzas y aliados como para protegerse, y evitar estas duras experiencias que marcan de por vida y que, contra lo que se supone, son mucho más frecuentes de lo imaginado.
Vale la pena aclarar que, como atestigua esta historia, entendemos al abuso sexual a menores según una concepción amplia, que va más allá del contacto físico. Y así lo testimonia una joven preocupada por evitar repeticiones de lo que su padre hacía con ella ("Tengo miedo de tocar a mi bebé") u otra, que vivió mortificada por el solo efecto de la mirada de su progenitor, y nos manifestaba: "Nunca me gustó la manera en que me miraba mi papá, me desnudaba con la mirada".
Los niños, en abrumadora mayoría, en lo que atañe a abusos sexuales, dicen la verdad.
Y, en última instancia, siempre es preferible equivocarse por protegerlos, que descreer de ellos y comprobar luego que no nos engañaban y que nuestra falta de percepción dio permiso a que el abuso continuara dañando sus vidas.
Ser víctima de violencia no es de ningún modo patrimonio exclusivo de las mujeres.
Un hijo varón nacido en un hogar violento está, desde el mismo momento de conocerse su sexo, signado por la exigencia de lo que se impone a un hombre que sea. En cuanto a las emociones, al aguante, al concepto de "ser macho".
El joven, en un hogar violento, es muchas veces excluido, ignorado, y crece confundido por permanentes mensajes contradictorios.
Escribir una historia desde lo que sienten y sufren los muchachos surgió como una inquietud de ellos mismos, y me fue transmitida por mi dispuesta y luchadora amiga, la psicóloga
Marga Sisini, quien desde la primera historieta que hice fue una gran impulsora de la idea.
El desafío estaba planteado y quiso el destino que me cruzara con un joven que había sufrido violencia en su hogar y que se entusiasmó con el proyecto.
Pasamos largas y sinceras tardes en un bar, recordando vivencias que lo habían ido marcando e impactando por el dolor y la sinrazón de los acontecimientos. Nos reíamos cuando hablábamos de chicas, y nos poníamos tristes cuando revivía los momentos de violencia, especialmente de su padre hacia su madre.
En el período en que transcurrían nuestras charlas, vivimos un hecho digno de destacar y fue que, a pesar de haberme manifestado que no tenía ánimo para rendir una materia que debía, no sólo se presentó sino que la aprobó con éxito.
Mi locuaz colaborador hablaba a un ritmo difícil de seguir y con tal abundancia que, cuando debí elegir las situaciones con las cuales tramar mi guión, sentí que él había sido mucho más generoso en su entrega de lo que yo podía testimoniar.
"Yo, el invencible" trata de sintetizar todo ese atropello de que los chicos son objeto, y muestra que no necesariamente de un padre violento sale un hijo violento. Tiene, como cada capítulo, su corolario de testimonios.
El día de nuestra despedida, y pese a la violencia que su padre había demostrado, con pena en los ojos me confesó: "Extraño no tener padre". Y con un fraternal saludo sellamos la triste realidad de que no basta con alejarse de la violencia: se necesita mucha fuerza y mucha ayuda para superar el enorme vacío que queda en la vida.
Esta historia real de una mujer maltratada está principalmente destinada al personal de salud, pues son precisamente ellos a quienes recurren las mujeres, los niños y los ancianos cuando son castigados en sus cuerpos, en sus vidas.
Al referirme al personal de salud, no puedo dejar de recordar que mi padre era médico, más precisamente otorrinolaringólogo, y con una vocación tan acendrada que, ya octogenario y sin poder manejar, cuando quien lo conducía le preguntó: "¿Usted era médico?”, respondió: “No era, ¡soy médico!".
Mi infancia transcurrió rodeada de un clima muy particular, en el que no faltaba, en nuestros juegos, la oreja gigante que tenía papá para sus clases y que para nosotras era un entretenido rompecabezas. También lo acompañábamos a Villa Soldati, al consultorio "Cristo Obrero", donde papá operaba a los resignados niños, y yo lavaba sin problema su ensangrentado instrumental, para sorpresa de mis amigas que no podían creer que hiciera con tanta naturalidad dicha tarea.
Tal vez no sea casualidad, entonces, que más tarde haya trabajado en el Ministerio de Salud de la Nación; cuando llegué, el tema de la violencia familiar no estaba contemplado como un tema de salud. Sin embargo, ocurre que los sucesos de violencia en una pareja, como se desencadenan principalmente fines de semana y feriados y por las noches, muchas veces terminan en una Sala de Urgencias.
or eso este relato busca poner de relieve el rol protagónico que adquieren quienes detectan la existencia del maltrato y proceden en consecuencia, accionando como les corresponde para encaminar el problema hacia una solución. Porque la violencia familiar no sólo daña con consecuencias directas: también genera síntomas destructivos que muchas veces, en su proyección final, llegan a la misma muerte. El título de esta historia ilustrada está inspirado en la exitosa novela.
La mujer que se estrellaba contra las puertas, que narra la vida real de una mujer irlandesa maltratada, y cuenta que, cuando llegaba al centro médico con su marido, a veces alcoholizada pero fundamentalmente golpeada, su única esperanza de salvación era que el médico pudiese darse cuenta, entre los efectos del alcohol, de que era una mujer golpeada. "¡Doctor, míreme a los ojos! ¡Ayúdeme...!" destaca la importancia de reconocer a una mujer maltratada, sus incoherencias y sus miedos ocultos, fundamentalmente en su mirada que, en cuanto puede escapar del control del marido, se vuelve suplicante. No importa lo que diga, o la historia que cuente. El médico es el único que puede hacerle superar su inhibición, insistir, apoyarla, decir la palabra justa y consoladora, darle coraje, mencionar la obligación de denunciar al agresor, orientarla. Los testimonios, un artículo sobre el tema, las disposiciones del Protocolo Sanitario y citas de famosos escritores, del libro La Vocación de Curar, redondean el cuadro de la enorme posibilidad de ayudar que tienen los médicos y de cuán importante es esta ayuda.
El título de esta historia busca desmitificar la creencia de que una mujer que ha excluido al hombre violento ha resuelto su vida. En realidad comienza un largo y zigzagueante proceso de autoafirmación personal.
Reconozco que al comienzo me embargó un cierto escepticismo porque, desde mi mirada prejuiciosa, pensé que tal vez no interesaría tanto difundir qué sucede en una familia una vez que ya se alejó la persona violenta, es decir, cuando lo urgente está controlado, y ella concurre a un grupo de ayuda mutua y él, en algunos casos, también.
Me equivoqué, entre otros motivos, porque no podemos comprender el comportamiento de una mujer maltratada si no franqueamos su intimidad y escuchamos lo que sucede en el interior de su hogar.
Desde afuera, parece más sencillo, y rápidamente podemos caer en la tentación de juzgar su comportamiento como débil, falto de recursos, vulnerable a la seducción de su ex pareja, etcétera. Pero hay que "vivir" las múltiples alternativas de tantas historias distintas pero tan parecidas, para comprender, en su real dimensión, qué está sucediendo.
Con respecto a esta historia en particular, busca sintetizar algunos de los conflictos más frecuentes por los que atraviesa una mujer después de la separación. Cabe aclarar que no es un distanciamiento por falta de amor o por estilos de vida diferentes, sino que es un alejamiento por violencia con todo lo que ello implica en desgastantes circunstancias de humillación y control.
Es así como, en un primer momento, existe el deseo de hacer aquello que se tenía vedado, como por ejemplo usar ropa llamativa, salir con amigas, encontrarse con algún antiguo amigo... A su vez, los chicos ponen a prueba la capacidad de poner límites y de resistencia de la madre, y se alejan provisoriamente de su padre, a quien temen, porque lo han visto descontrolado con su madre.
La familia comienza una paulatina organización, generalmente con serias dificultades económicas, y es ahí cuando aparece una nueva y conflictiva modalidad de relación, que es la de las "visitas del padre", a veces acompañado por otra mujer.
Ella, que está volcando toda su energía para demostrar al mundo y a sí misma que "puede" con todo, por momentos siente que sus fuerzas flaquean, y es precisamente en esas fisuras donde vuelve a instalarse el acoso de su ex pareja.
Hay todo un aprendizaje que la mujer va incorporando. Entre otras cosas: cómo presentarse ante los demás, cómo recuperar la confianza en sí misma, cómo encontrar asesoramiento legal, qué leyes la protegen.
Todo eso se incluye en estas páginas. Porque las alternativas de desenlace son tan diversas como las personas involucradas, pero lo que quiere transmitir este mensaje es que, juntos o separados, lo importante es que se respeten y vivan sin violencia.
La mujer maltratada constituye con su madre un vínculo primario, casi indisoluble en su vida. Aunque pasen muchos años, vivan distintas experiencias, sobrevivan a las adversidades, al recordar a sus madres aflora con intensidad el vínculo que las relaciona.
Si bien las mujeres viven tratando de ser diferentes a sus madres, más tarde, al contrastar sus vidas, comprueban que no son tan distintas como se lo propusieron.
El binomio madre-mujer maltratada fue el tema de investigación de mi tesina de graduación y, a tal efecto, entrevisté a numerosas mujeres para hablar específicamente de sus madres. De dicha investigación surgió que un evidente elemento unificador de sus vidas es el "vacío afectivo" que sintieron en su relación con ellas.
Y, a su vez, otro elemento común es que, temporaria o definitivamente, estuvieron alejadas de ellas en otros hogares, generalmente de abuelos maternos.
Esta primera sensación de no "ser valiosas" a los ojos de sus madres, se convirtió, en muchos casos, en una demanda de amor que no siempre resultó satisfecha de manera satisfactoria.
La violencia en sus hogares es otra constante gracias a la cual tuvieron que asumir un rol para el que se armaron, aun cuando carecían de la edad y la madurez necesarias para afrontarlo debidamente. Es por ello que de jóvenes buscan incesantemente formar un hogar con "paz", y apuestan su vida a lograrlo, pese a que la realidad se muestra duramente repetitiva.
Esta historia no deja de ser un estímulo a la reflexión para poder revisar, sin apasionamientos, nuestros vínculos con nuestras madres, sin juzgarlas, y así reconstruir el vínculo desde un lugar de respeto por la historia compartida, y los afectos, a veces ocultos o no explicitados, pero no por ello inexistentes.
A partir de hechos reales, se relata la historia de violencia, de una pareja que en sus comienzos apuesta al amor. Desde el inicio de una relación, pueden detectarse signos de violencia pues ya en el noviazgo, aparecen comportamientos de actitudes abusivos que la mujer justifica y perdona aceptando las excusas recibidas, en la ilusión mágica de que todo cambiara. Sin embargo, cuando se desvanece la ilusión, las lágrimas del desengaño, pueden ser la esperanza de la auténtica liberación.
Fabiana y Ernesto se conocieron jóvenes en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires. Fabiana proviene de una familia rígida, en la cual las normas las estabblecía el padre y las mujeres obedecían. Ernesto es un joven ambicioso que quiere dejar atrás sus conflictos pasados. Los une el dolor y el deseo de reencauzar sus vidas. La realidad a veces supera los sueños...
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Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar
María Cristina Bertelli 2018
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